viernes, 18 de octubre de 2019

CLARO NO, CLARÍSIMO



“Ahora, desde el norte al sur, desde el río Huan al Yangzi, un gran número de gente está estudiando taijiquan y esto es un buen augurio para el futuro del Wushu. No nos faltan discípulos, pero mientras que muchos de esos entusiastas poseen un potencial sin límites y entrenan de manera reflexiva y dedicada, la mayoría fallan en evitar dos trampas comunes. La primera implica a los particularmente talentosos, quizás individuos más jóvenes o más fuertes, que cogen las habilidades y conceptos básicos muy rápido pero se vuelven acomodados y se aburren antes de alcanzar un alto nivel real de habilidad y entendimiento. Aunque inicialmente superen a sus compañeros de entrenamiento, más tarde, no conseguirán el éxito.

La segunda trampa le sucede a los individuos que, ansiosos de progresar rápidamente, tratan de aprender todo (formas de mano vacía, espada, sable, lanza) en un corto espacio de tiempo. Aunque ellos puedan “pintar una calabaza copiando un modelo”, sus defectos, en dirección y secuencia, coordinación de la parte superior e inferior del cuerpo, equilibrio entre el interior y el exterior, se le aparecen inmediatamente al experto. Para corregir su práctica cada forma necesita ser rectificada, aunque lo que se ha reparado en la mañana se habrá echado a perder a la noche. En los círculos de Wushu decimos “Aprender Taijiquan es fácil, perfeccionarlo es difícil”. El punto es: la gente trata de aprender demasiado deprisa y se engaña a sí misma y a los demás. Sus errores se pasan a las futuras generaciones y se hace un gran daño al arte”.


-Yang Chengfu (en la imagen) 1883-1936






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