“Ahora, desde el norte
al sur, desde el río Huan al Yangzi, un gran número de gente está estudiando
taijiquan y esto es un buen augurio para el futuro del Wushu. No nos faltan
discípulos, pero mientras que muchos de esos entusiastas poseen un potencial
sin límites y entrenan de manera reflexiva y dedicada, la mayoría fallan en
evitar dos trampas comunes. La primera implica a los particularmente
talentosos, quizás individuos más jóvenes o más fuertes, que cogen las
habilidades y conceptos básicos muy rápido pero se vuelven acomodados y se
aburren antes de alcanzar un alto nivel real de habilidad y entendimiento.
Aunque inicialmente superen a sus compañeros de entrenamiento, más tarde, no
conseguirán el éxito.
La segunda trampa le
sucede a los individuos que, ansiosos de progresar rápidamente, tratan de
aprender todo (formas de mano vacía, espada, sable, lanza) en un corto espacio
de tiempo. Aunque ellos puedan “pintar una calabaza copiando un modelo”, sus
defectos, en dirección y secuencia, coordinación de la parte superior e
inferior del cuerpo, equilibrio entre el interior y el exterior, se le aparecen
inmediatamente al experto. Para corregir su práctica cada forma necesita ser
rectificada, aunque lo que se ha reparado en la mañana se habrá echado a perder
a la noche. En los círculos de Wushu decimos “Aprender Taijiquan es fácil, perfeccionarlo
es difícil”. El punto es: la gente trata de aprender demasiado deprisa y se
engaña a sí misma y a los demás. Sus errores se pasan a las futuras
generaciones y se hace un gran daño al arte”.
-Yang Chengfu (en la imagen) 1883-1936
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