“Ella empieza a
quitarse la ropa como una compañera de habitación y se mete en la cama. Dean
también se desviste. Se descalza. Se desabrocha la camisa con la seguridad de
un atleta.
Casi ha oscurecido.
Ella tiene los brazos debajo de su cuerpo. Él nota que ella vacila y luego,
poco a poco, se rinde. En el crepúsculo, sus espasmos colman a Dean del gozo
más profundo (...)
Nada la satisface. No
le dejará tranquilo (…) Él la complace una vez de noche y dos más la mañana
siguiente, y en la oscuridad de los intervalos yace despierta, mientras las
luces de Dijon se reflejan tenues en el techo y los bulevares permanecen
silenciosos. Es una noche fría. Pasan cortinas de lluvia. Los goterones
resuenan en el canalón fuera de su ventana, pero ellos están en un palomar, hay
palomas bajo los aleros.
La lluvia cae alrededor. Acostados dentro de plumas,
respiran débilmente. Su esperma nada lentamente en el interior de ella, rezuma
entre sus piernas”.
-James Salter / “Juego y distracción”
(En la imagen una pintura de Pompeya)
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