“El doctor Breuer
consideró su propia experiencia. Sus estados mentales más susceptibles estaban
en relación con mujeres. Había veces –aquel día, arrellanado en la fortaleza de
su consultorio, era una de ellas- en que se sentía fuerte y seguro. En tales
ocasiones veía a las mujeres como lo que eran: criaturas combativas y con
aspiraciones que tenían que contender con los interminables y apremiantes
problemas de la vida cotidiana; y veía la realidad de sus pechos: racimos de células
mamarias que flotaban en charcos lipoideos. Conocía sus pérdidas, sus problemas
dismenorreicos, su ciática y sus protuberancias anómalas; vejigas y úteros
caídos, hemorroides abultadas y varices azulencas.
Pero había otros momentos
-momentos de encantamiento, en que era presa de mujeres de tamaño antinatural,
de pechos hinchados como globos mágicos- en que experimentaba el anhelo de
fundirse con el cuerpo femenino, chuparles los pezones, deslizarse en su tibia
humedad. Ese estado mental podía llegar a ser abrumador, capaz de trastornar
toda su vida".
-Irvin D. Yalom / “El
día que Nietzsche lloró”
(Ilustración del escultor Rodin 1840-1917)
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