“El cuerpo emite en primer lugar una fracción de energía. Esta energía, primero inconscientemente, será
simbolizada antes de llegar a ser consciente y elaborada por el pensamiento, la
palabra o la acción. Sin embargo no podremos simbolizar nuestra energía más que
a través de un filtro, el de nuestra cultura. Sólo podemos desear aquello que
ya conocemos. El deseo es pues la necesidad de reproducir en el futuro una satisfacción
pasada. Evidentemente no podemos desear aquello que no conocemos en absoluto. Si
partimos de la idea de que “el pasado ya no existe y el futuro aun no existe”,
comprenderemos que, en realidad, el deseo es una ilusión. El deseo nos proyecta
hacia un futuro hipotético, nos impide vivir el presente, limita nuestras
capacidades de ser y nos lleva sistemáticamente hacia lo que ya conocemos: el pasado.
Y, con todo, sabemos
que las pulsiones de muerte tienden a llevarnos hacia el pasado y que las pulsiones
de vida nos empujan hacia delante”.
-Jean Charles Bouchoux, psicoanalista y meditador
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