sábado, 5 de abril de 2008

ESCRITO POR UN ACADEMICO


“Basta retroceder un poco en el tiempo y en las generaciones para encontrarse perdido en la oscuridad absoluta: solo los genes recuerdan, las proteínas tenaces y exactas del ADN, la espiral doble repetida en cada una de mis células que me vincula con un linaje de campesinos renegridos y tenaces de hace siglos y también con algún hombre o mujer de dentro de cien años que no tendrá noticias de mi existencia y sin embargo mirará o ladeará la cabeza de una forma parecida a la mía, o repetirá en sus manos el dibujo de las mías”.



Antonio Muñoz Molina / “Ventanas de Manhattan”





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2 comentarios:

Anónimo dijo...

De los nombres de la cosa en chino algo debía saber el amigo Chi-Tón, aunque, como su propio nombre anunciaba, Chi-tón estaba siempre en lo suyo, dando el quiebro y la callada por respuesta, sin perder de vista ni por un nano-segundo el genero de su tienda de todo a cien
Das Chitonese freunde te sonreía encerrojado en tus asuntos, aunque lejano y tuyo; te sonreía como quien viene de dar una cabezada con una aporía de Confucio y regresa a la vida de tus bolsillos para convertirlos en un conjunto vacio. Te sonreía como quien se hace el dormido para mejor fotocopiar tu catálogo de Ikea y despertar con un estadillo de tus gustos vistos desde el forro de tu cartera de fantasmas (en polipiel de Yengesulina de Taijuan).
El Chitonés te sonreía onanista-conejista, allí, aparcado en un descampado a la puerta de un puti-club, tras comerse un paquete de pipas con la encargada, y no respondía a tus inquietudes de los nombres de la cosa, pero te recitaba los títulos de todas las cintas de DVD que podrías adquirir en el local, allí, tras el farso muro con un Aladino de estuco y tranpamtojo que daba al salón de los conejos en el jardín trasero.
El futuro está en nuestras espaldas, dijo el griego, pero Chitón sabía que Aristóteles era el nombre de un caramelo del Baix-Yinbregat que cualquiera podía disolver dulcemente en la boca. No hay como los usos de la lengua para limpiar olímpicamente los nombres de la cosa, pensó Chi-tón como un conejillo sin mas recuerdos ni fantasmas ni pasado; las ideas para los idealistas, los idolos para los idolistas… y el futuro… el futuro es el presente: la pantalla de plasma, el ovillo global donde un millón de millones de chinos seguiria sus “limpiadas” colocándose con su propia copia de sí mismos: Incrustrar la copia en el original de Olimpia o del Nepal: dadme un soporte y moveré la cosa: la identidad es el espejo: El truco está en quién sea el presentador de lo presentado.
Salvanonimo

El jardinero dijo...

Ritmos telúricos, evasión impuesta, el compás, una brújula sin norte. El agua.
Dice el poeta en su lecho de muerte: "Cuando muera abrid el balcón".

El ciprés y la noche copulan en una oscuridad de jazmines.