“Es verdad
que Vox es aliado del Partido Popular, pero no porque posean un discurso común
sino porque están dispuestos a compartir la estrategia verbal con la que
castigar a sus oponentes. Y así el PP recurre sistemática y no casualmente a la
agresión. Es su manera de diagnosticar la realidad y de sancionar conductas
políticas sobre la base del pecado, como si sus dirigentes fueran curas en vez
de políticos. ¿No se han fijado? Les asiste la razón divina, por eso no
necesitan argumentos. A Pedro Sánchez, por el contrario, lo mueven sus
intereses y le interesa el poder tanto o más que la justicia social que
pregona. Pero es que la propuesta del PP es la de un territorio recluido en la
creencia. Y con las creencias no se puede hablar. A quien cree en Dios no se le
puede convencer con palabras de que no existe. Igual que tampoco se puede
persuadir a un ateo de la existencia divina. Las creencias, por definición, no
dialogan, no progresan, no se modifican, no se inmutan. Solo se hacen viejas. Y
es desde ahí, desde la creencia, donde lanzan su peor insulto a Pedro Sánchez.
Lo acusan de haber cambiado de idea sobre la amnistía, sin darse cuenta de que
en democracia se puede cambiar de idea todas las veces que uno quiera. En
democracia se puede cambiar hasta de género y basta para ello la
autodeterminación, por más que a Ayuso le duela. La democracia es de hecho la
barra libre del cambio dialogado y consensuado. La democracia es, en este
sentido, el demonio del PP, pues para ellos no hay praxis política más allá de
la tierra sagrada, las esencias españolas y la ruptura de España.
Y esa es, en el fondo, la desgracia de este país,
donde el enfrentamiento entre izquierda y derecha se ha convertido en la lucha
entre un bando táctico contra uno mítico. Qué pena. Con la falta que nos hacía
una oposición a la altura de las circunstancias. Y tenemos que conformarnos con
una verdulera, digo frutera”.
-Nuria Labari
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