“Los problemas empiezan
en el momento en que algo va mal en el ámbito virtual; entonces, es mucho más
fácil abandonar saliendo de escena, sin dar explicaciones. El ghosting es el fenómeno por el que se
finaliza una relación desapareciendo como un fantasma. Resulta mucho más
sencillo que la confrontación directa: uno evita enfrentarse a la rabia y al
sufrimiento de la pareja, a la petición de explicaciones o al propio dolor. De la
nada empezó la relación y en la nada acaba, con repercusiones no solo para el
que es dejado –que queda huérfano de una explicación-, sino también para quien
deja, porque vuelve a estar de nuevo solo, incapaz de asumir su responsabilidad.
Ambos, tras haberse lamido las heridas, volverán a conectarse con la esperanza
de que la próxima vez irá mejor, con la ilusión de reducir su sensación de soledad,
que sin embargo evolucionará quizá en una soledad por hiperconexión: cada vez
más conectados y cada vez más solos”.
-Elisa Balbi y Elena
Boggiani, psicólogas
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