La
fidelidad está relacionada con la honestidad, no con los genitales. Fidelidad es
honradez, nobleza. Infidelidad es deslealtad, traición, falsedad. Cuando no
estamos enamorados, tendemos a la promiscuidad (a relacionarnos con todas las
personas que nos gustan especialmente), la practiquemos o no. La capacidad para
enamorarnos es lo que nos conduce a la exclusividad, a no desear más que a una
persona mientras dura la fascinación, mientras esa persona nos atrae como un
potentísimo imán. Esta fascinación es indomable y suele tener fecha de
caducidad; no existe la pareja estable, nada es definitivo en el Universo.
Enamorarse significa experimentar imprevisibles descargas eléctricas en el
sistema nervioso, asociadas a la elaboración de dopamina, feniletilamina... El
amor es un cóctel químico que nos altera preparado por los neurotransmisores. Nos
hace desear a otra persona (no sólo sexualmente) durante semanas, meses o
años, y sentir por ella un afecto profundo (sea o no recíproco el sentimiento);
es como un encantamiento.
Aunque
muchas personas idealicen la vida en pareja se trata de una opción más (ni
mejor ni peor que otras). Estar emparejados no es necesario y lo de “vivieron
felices” tan sólo es un final de cuento.
-Consultoría de EL PAÍS
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