Al
comienzo del entrenamiento, podría parecer como si estuvieras haciendo muy
poco. Te comparas con tus maestros y otras personas más consumadas, y podrías
desesperarte pensando que nunca alcanzarás sus niveles. Pero si eres diligente en tu práctica,
es inevitable que hagas algo de ti mismo. Una vez que alcanzas tal meseta,
podrás relajarte un poco y contemplar dónde estas en tu travesía.
Una
de las cosas más reconfortantes es darte cuenta de que ahora tienes algo que
nadie te puede quitar. La espiritualidad es tuya para conservarla, tuya para
palparla. Nadie más puede obtener acceso a ella, sin embargo este precioso
logro puede sustentarte y guiarte. Te dará mayor salud, y te dará un conocimiento
que no podrías obtener por medios normales. Una vez que abres esta fuente, has
ganado un preciado punto de apoyo en el camino espiritual.
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