“Ningún pez luce con
más intensidad que el Linophryne arborifera (en la imagen) gracias a la larga
antena que le sale del hocico (…) Nos estamos refiriendo aquí a la hembra,
porque el macho no es más que un pequeño parásito que en una fase muy temprana
de su vida se pega con un mordisco al vientre de la hembra. Y así vive hasta el
fin de sus días. Recibe alimento de la sangre de la compañera y él a cambio le
proporciona esperma de una manera regular”.
-M. A. Stroksnes / “El
libro del mar”
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