Para algunos, todo erotismo
es una pulsión terráquea, un subrayado del cuerpo, y así cuanto tiene que ver
con el cuerpo, podría tener que ver también con lo erótico. Pero como vivimos
en una sociedad que prima y estimula (oficialmente, externamente) la asepsia,
la higiene entendida incluso como ocultamiento o disimulo del olor corporal, es
evidente que -más allá de otras consideraciones- los rasgos coprófilos (e
incluso urófilos) resultan aborrecibles para el común social (oficialmente,
externamente) por el olor, por la suciedad, porque se está tocando el fondo
humano, la tierra del hombre, su humus natural y –curiosamente- repulsivo. Si
la muerte se oculta y se cela ¿cómo no iba a ocurrir lo mismo con la micción o
las defecaciones? Sólo a través de la pasión el hombre acepta y se acepta
completamente.
-Luís
Antonio de Villena
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