Ya
sabíamos que vivir demasiado no podía ser bueno para nadie, ni tan siquiera
para el interesado en perpetuarse; llega un momento en que te conviertes en un
problema y, además, te pueden llegar a pesar tanto los años y la vida, que la
muerte, aunque todos la temamos, puede llegar a ser un gran alivio. Pero, por
si alguien albergaba alguna duda, ahora nos lo confirman desde el Fondo
Monetario Internacional (FMI), advirtiéndonos de que no morirse a tiempo supone
un importante riesgo financiero. A lo que parece, la esperanza de vida ya no
es, como antaño, un indicador de avance social.
A
partir de ahora, los pobres trabajadores ya no podremos aspirar al júbilo del
retiro laboral, pues piensan aumentarnos tanto la edad de jubilación que pocos
serán los afortunados que tengan unos años de sosiego antes de que venga a
buscarlos la parca.
Tan
mal se están poniendo las cosas que, los hasta ahora respetados y respetables
jubilados, pasaran a ser un peligro social que hay que vigilar y controlar de
cerca, cobrándoles medicamentos y muletas y, por supuesto, bajándoles la ya
exigua pensión para que no tengan demasiadas alegrías en el último tramo del
viaje.
Es
evidente que vivimos en un mundo contradictorio. Mientras médicos y científicos
se empeñan en alargarnos y mejorarnos la vida, políticos y economistas se
proponen lo contrario: acortárnosla y amargárnosla
—
Pedro Serrano en EL PAÍS.
(En la imagen "El suicida" de Edouard Manet)
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