“Así que besar era
eso. Tenía que reconocer que a Rachel parecía gustarle. Seguía dando vueltas a
la lengua y suspirando (…) A decir verdad, era difícil imaginar que esa
actividad pudiera llegar a excitarlo. Dos pedazos de carne exenta de huesos que
se batían como un par de babosas apareándose en la caverna de la boca”.
-Kristen Roupenian
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