jueves, 7 de noviembre de 2019

CAUDILLO MALDITO



  Hace tres o cuatro años que terminó la guerra civil desencadenada por el matarife golpista Franco. María Álvarez va con su hermana tras hacer alguna compra en Setenil de las Bodegas, provincia de Málaga, camino de la Venta de la Leche, un latifundio donde en ese momento trabajaban sus padres. Él recién salido del campo de concentración de Albatera donde estuvo internado por defender la República.

A la salida del pueblo está el cuartel de la guardia civil. Cuando la joven María pasa por delante oye unos golpes secos en el interior y mira. Hay una escalera central que sube a la planta superior. A ambos lados unos pasillos jalonados por puertas cerradas. Sólo la primera de la izquierda está abierta. Dentro puede ver, apoyado en una mesa de despacho y con la mirada al frente, a un hombre de pantalones remendados que está recibiendo correazos en la espalda restallantes como crujidos de leña seca. Un guardia  civil en mangas de camisa está empleado en la tarea. María, en ese momento una cría analfabeta, aprieta el paso despavorida. Nunca supo el delito que había cometido aquel desgraciado ni quién era el que se tomaba la justicia por su mano amparado en el odiado y temido uniforme verde.

Hoy, ochenta años después, todavía oye aquel sonido seco y siniestro que quedó grabado en su aniñado corazón. 


-S.P.







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