“Cerró los ojos como
si estuviera saltando de un trampolín, metió la mano entera debajo de la camiseta
y del sujetador y ya no tuvo que preocuparse por el problema de la erección,
porque el pezón desnudo que estaba pellizcando era la cosa más sucia y sexy del
mundo, y en cierto modo era todavía más sucia y sexy por pertenecer a alguien a
quien apenas conocía, cuyo aliento olía a palomitas y cuya evidente parodia de
excitación era un insulto para ambos.”
-Kristen Roupenian / “Lo estás deseando”
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