“Una paciente me
refirió lo que le sucedió la primera vez que contempló un vídeo pornográfico
junto a su marido: “…cuando vi aquellas escenas tan explícitas me quedé
petrificada. No había visto nunca nada igual. Me excité muchísimo y me sentí un
poco avergonzada por si mi marido notaba algo. Era un temor ridículo porque
habíamos alquilado el vídeo precisamente para eso. Cuando nos acostamos yo
estaba mojadísima y mi marido tenía una media erección que yo puse rígida con
rapidez en cuanto se “lo” rocé con mi mano. Recuerdo que él también tenía la
punta del glande muy mojado. Hicimos el amor muy excitados y nos
corrimos enseguida. Después, estuvimos hablando un ratito, pero yo no me atreví
a decirle que seguía excitada. De modo que cuando dejamos de hablar él se quedó
dormido. Calculo que estuve masturbándome durante dos horas. Recuerdo con toda
claridad que necesité hacerlo once veces hasta que me quedé realmente relajada.
Sólo entonces pude dormirme”.
-Recopilado por Patricia
Schreiner-Engel, del Departamento de ciencias biomatemáticas de la Escuela de Medicina
Mount Sinaí de Nueva York
-----------------------------------------------
No hay comentarios:
Publicar un comentario