Voy de paseo con mi
viejo perro. Al salir de casa me doy cuenta de que mi soledad está sangrando.
No le hago caso. Es algo frecuente. He decidido ir a una fuente en las afueras
del pueblo.
A medio camino sufro
una hemorragia de melancolía que me hace detenerme y sentarme a la sombra. El
perro se acerca y se echa a mi lado. Toda mi vida he mendigado amor a mujeres -pienso mientras bebo agua tibia de la cantimplora- y alguna fue generosa conmigo.
De la mayoría aprendí a tomar las pequeñas dosis de afecto que me daban y a
nutrirme con ellas durante extensos periodos de tiempo.
Hoy, lo único que tengo a mano es el sincero y romo afecto de mi animal, y con él me fabrico un torniquete de cariño que impide que el desconsuelo se extienda por la totalidad de mi ánimo y me paralice deprimiéndome.
Hoy, lo único que tengo a mano es el sincero y romo afecto de mi animal, y con él me fabrico un torniquete de cariño que impide que el desconsuelo se extienda por la totalidad de mi ánimo y me paralice deprimiéndome.
Una vez repuesto con
ese cándido remedio y algo de humo reconfortante, proseguimos la ruta bajo un
sol de verano sin ninguna clase de compasión. Como la inmensa mayoría de los
seres humanos que me rodean.
-S.P.
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4 comentarios:
Genial y conmovedor. Soledad sangrante, hemorragia de melancolía y torniquetes de cariño. Quién no sabe de esto? Pero sólo unos pocos tienen el arte de hacer belleza con ellos. Como tú.🙏♥
Alma. Transparencia. Sencillez.
Sí señor.
Lo demás son gaitas.
Lucimiento.
Mi reino por un gemido de mujer.
En el amor, remolino y embrollo, ya he renunciado a comprender.
Corolario:
Mi reino por unas caricias de mujer.
La capacidad de concentrar tanta belleza, gentileza y energía en tan pocas palabras sólo pueden proceder de unas mentes poderosas y rebosantes de generosidad y cariño.
Muchísimas gracias por vuestros comentarios.
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