lunes, 26 de agosto de 2019

PASATIEMPOS



Voy de paseo con mi viejo perro. Al salir de casa me doy cuenta de que mi soledad está sangrando. No le hago caso. Es algo frecuente. He decidido ir a una fuente en las afueras del pueblo.

A medio camino sufro una hemorragia de melancolía que me hace detenerme y sentarme a la sombra. El perro se acerca y se echa a mi lado. Toda mi vida he mendigado amor a mujeres -pienso mientras bebo agua tibia de la cantimplora- y alguna fue generosa conmigo. De la mayoría aprendí a tomar las pequeñas dosis de afecto que me daban y a nutrirme con ellas durante extensos periodos de tiempo. 
Hoy, lo único que tengo a mano es el sincero y romo afecto de mi animal, y con él me fabrico un torniquete de cariño que impide que el desconsuelo se extienda por la totalidad de mi ánimo y me paralice deprimiéndome.    

Una vez repuesto con ese cándido remedio y algo de humo reconfortante, proseguimos la ruta bajo un sol de verano sin ninguna clase de compasión. Como la inmensa mayoría de los seres humanos que me rodean.


-S.P.








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4 comentarios:

B. dijo...

Genial y conmovedor. Soledad sangrante, hemorragia de melancolía y torniquetes de cariño. Quién no sabe de esto? Pero sólo unos pocos tienen el arte de hacer belleza con ellos. Como tú.🙏♥

Anónimo dijo...

Alma. Transparencia. Sencillez.
Sí señor.
Lo demás son gaitas.
Lucimiento.

Anónimo dijo...

Mi reino por un gemido de mujer.
En el amor, remolino y embrollo, ya he renunciado a comprender.
Corolario:
Mi reino por unas caricias de mujer.

El jardinero dijo...

La capacidad de concentrar tanta belleza, gentileza y energía en tan pocas palabras sólo pueden proceder de unas mentes poderosas y rebosantes de generosidad y cariño.

Muchísimas gracias por vuestros comentarios.



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