miércoles, 25 de junio de 2008

ARTE DE VERDAD


El maestro herrero Masamune era uno de los más célebres espaderos de Japón y se veneraba su talento; fabricaba hojas cuya calidad era inimitable. Su discípulo, Senzo Muramasa, rivalizaba con el maestro y también él forjaba sables incomparables. Se creía que la personalidad de los herreros se volcaba en sus obras. Así, se decía que los sables de Muramasa estaban ávidos de sangre porque este artesano era un hombre violento, mientras que los sables de su maestro se reconocían como moralmente buenos.
El único medio de reconocer los sables del maestro y los de su discípulo, ambos de excelente calidad, consistía en sumergirlos en el agua de río. Las hierbas que flotaban corriente abajo iban a partirse sobre las hojas del Muramasa, mientras que se apartaban por si mismas al acercarse a las del maestro, cuyo filo “como una inteligencia agudizada, era capaz de separar las apariencias (las hojas en este caso) de lo esencial (el río.)



-J.L. Jazarín
(En la foto una autentica masamune del s.XIII)




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