jueves, 7 de abril de 2016

MAGISTRAL ABSURDO


Durante la semana santa y con la esperanza de aliviar el tedio y la depresión, confieso que enhoramala recurrí a dosis generosas de alcohol, y que esa decisión etílica tuvo la culpa de la pesadilla que ha cambiado para siempre mi vida. Se mezclan en Sevilla procesiones, fallas y sanfermines, en mi inconsciente dipsómano se cocinó una buena empanada onírica. En mi sueño asistía a una multitudinaria procesión en el barrio de Triana, en una madrugá cargada de eléctrica emoción popular. Sin embargo, sobre el barroco paso coronado por un palio de malla bordada en oro, que se balanceaba rítmicamente sobre los pescuezos de invisibles costaleros, no viajaba la imagen de ninguna virgen conocida, sino una de la mismísima Rita Barberá en plan Urmutter o madre primordial jungiana, es decir, tal y como quedó representada en la venus de Willendorf (circa 25.000 a. JC). Un ejército de 2000 nazarenos ataviados con batas azul cielo y capirotes adornados con la gaviota (o charrán) del PP, la acompañaba en un ominoso silencio que, en un momento dado, rompió una desgarradora saeta de cuatro versos octosílabos interpretada al unísono (otra incongruencia onírica) por la señora de Cospedal y el señor Arenas desde sendos balcones contiguos; de su doliente letra sólo pude captar la palabra "aforamiento", aunque quizás lo que oí fuera "procesamiento" o "yo no miento".



-Manuel Rodríguez Rivero /EL PAÍS






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