Esta planta humilde y resistente está contenta en
los desiertos y se amolda al paisaje implacable en que debe crecer. Busca
grietas donde afianzar sus raíces, amoldándose al terreno. Lo acepta, no trata
de reformarlo ni se desespera de tanta aridez. A diferencia del hombre no
maldice su destino ni se considera injustamente maltratada con la forma de vida
que le corresponde. Aún más, difunde generosamente su aroma dulce como una
bendición a lo que la rodea. Es su manera vegetal de mostrar compasión por
cuantos sufren, por lo inevitable y hasta lo fatal.
-F. Savater
--------------------------------------------
No hay comentarios:
Publicar un comentario