"Con oportunidad de una
prolongada charla pregunté al señor Komachina, alumno más antiguo que yo, por
qué el maestro Kenzo Awa había observado impasible durante tanto tiempo mis
infructuosos esfuerzos por estirar el arco “espiritualmente”; por qué no había
insistido desde el principio en la respiración correcta: “Un gran maestro –respondió-
tiene que ser a la vez un gran pedagogo; para nosotros las dos cosas son
inseparables. Si hubiera iniciado la enseñanza con los ejercicios respiratorios
jamás le habría convencido de su decisiva influencia. Antes tenía que naufragar
usted con sus propios intentos, para que estuviera dispuesto a asirse al salvavidas
que le arrojó. Créame, yo sé por experiencia propia que el maestro lo conoce a
usted y a cada uno de sus alumnos, mucho mejor de lo que nos conocemos nosotros
mismos. Lee en las almas de sus discípulos más de lo que ellos mismos están dispuestos a admitir".
-Eugen Herrigel
DSD / S A / 1 O
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