“La necesidad de descargar emociones agresivas y no saber
como hacerlo puede conducir a devorar alimentos. Es una forma de tragarse la
rabia, que de este modo se vuelve auto agresiva.
Cuando el espíritu se silencia, el cuerpo habla. Cuando nuestra
boca no pronuncia lo que sentimos, traga para aliviar la tensión emocional. En ocasiones
utilizamos la comida como analgésico al dolor psicológico. Así intentamos con
algo material llenar lo innombrable, aquello que angustia”.
-Isabel Menéndez, psicóloga.
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