sábado, 13 de abril de 2013

HOLA, LÚCIDO MAESTRO



Vivimos tiempos interesantes, en el sentido de la maldición china. Cosas que creíamos garantizadas están desapareciendo. El gran proyecto europeo del siglo XX podría descarrilar en cualquier momento, llevándose por delante el mundo que hemos conocido. La aparente falta de alternativas ofrece un terrario confortable a los huevos de la serpiente: quizá a la vuelta de la esquina nos espere un populismo irracional, ansioso por escarmentar a unas élites que no solo han fracasado, sino que se regodean en su fracaso (e incluyo entre esas élites al periodismo establecido del que formo parte) y exigen no ser molestadas.

Por supuesto, hay optimistas. Hay gente tranquila, convencida de que basta con reprimir las manifestaciones y esperar a que algún día lo arregle todo Rosa Díez. O Toni Cantó. O incluso Mariano Rajoy. O los tres juntos.

Yo me declaro pesimista. Creo que conviene respetar las protestas callejeras, creo que hace falta sustituir una ley hipotecaria parcial y abstrusa, creo que hay que dar un tajo a los gastos de los partidos, creo que hay que regular los mercados, creo que la Unión Europea debe ser más europea y menos alemana, creo que hay que acometer una reestructuración de las deudas públicas antes de que las deudas públicas nos reestructuren a nosotros.

Soy muy, muy pesimista.




-Enric Gonzalez (Todo el artículo aquí)






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