“Mi
poesía ya empezaba a llamar la atención cuando me alisté, convencido como
estaba de la belleza de la guerra a través de la belleza de mis propios
sonetos. Luego vinieron los meses de instrucción, monotonía y dolor. No obstante,
hubiese aguantado la humillación y las horas interminables de trabajo sin sentido.
Me acostumbré a todo aquello y aprendí a restarle importancia. Lo que me
resultaba insoportable era el aislamiento espiritual. ¿Con quien podía hablar?
¿Quien había que me entendiera? No había nadie. Ni una sola persona”.
-William
March / Company K
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