La palabra que define la actuación de este Gobierno es inequidad: desigualdad social, que tiene su expresión en el manejo de los desahucios. Hay otra palabra que también se ajusta al comportamiento oficial, y que se parece mucho a la anterior: iniquidad. Por ejemplo, presupuesto cero para la Ley de la Memoria Histórica frente a la renovación del marquesado a los Queipo de Llano.
Iniquidad e inequidad son las dos patas sobre las que se sustenta la
tesitura moral de unos gobernantes que, paralelamente a la desastrosa gestión
económica, obediente y servil al gran capital, muestran un patente desprecio
hacia los cientos de miles de personas que van dejando en el camino, víctimas
de la reforma laboral y de los recortes salvajes que se han adoptado para poder
auxiliar a la banca y, sobre todo, a Bankia.
La
grosería se muestra igualmente en las ausencias parlamentarias de Rajoy y sus
desganadas presencias; en los ingeniosos desplantes del ministro Wert, que
considera aburridas las votaciones; en ese cínico vídeo electoral fabricado
para demostrar que les gusta el pan con tomate de Catalunya... Ah, el vídeo:
está realizado con tal falta de escrúpulos que resulta un elemento tan digno de
estudio político como una grabación de la boda de la hija de Aznar. Grosero es
el descaro con que la señora Cospedal desprotege la fauna en montes de su feudo
de Castilla-La Mancha, según denuncia Ecologistas en Acción, para liberalizar
la caza en dichas zonas. La caza: ese mundo verde loden de camuflaje por el que
se mueven con tanta comodidad los prebostes. La caza entendida como depredación
e iniquidad, en todos los terrenos.
Así que
nos movemos entre palabras, actitudes y decisiones de una brutalidad aberrante.
Pero ese, siendo grande, no es nuestro principal problema. El problema será que
nos acostumbremos. Y a eso vamos.
-Maruja Torres (en la imagen)
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