"Los ‘drones’, aviones no tripulados, pueden eliminar a un supuesto terrorista en
un remoto poblacho del Waziristán paquistaní, con un margen de error muy
inferior al de la clásica aviación de combate y sin riesgo para las fuerzas
propias. Lo único que tendrá que hacer el ‘piloto’, quizás un militar o un
especialista de la CIA cómodamente sentado ante una pantalla de ordenador en
una base del desierto de Nevada, será identificar “con precisión” al objetivo,
intentar que no haya “víctimas colaterales”, apretar una tecla, visualizar el
resultado del impacto, rellenar un informe, y mirar el reloj para ver cuanto le
falta para cumplir su turno y volver a casa con la satisfacción del deber
cumplido. O, quizás, si también tiene su corazoncito, con cierta desazón que no
le quitará el sueño en el caso de que, gajes del oficio, haya errado el tiro o
despedazado a unos cuantos civiles que pasaban por allí. Ni guerra romántica,
ni lucha de igual a igual en la que el factor humano, el valor o la capacidad
de iniciativa sean elementos determinantes. ¿Cirugía? Quizás, pero burda.
En Pakistán, por ejemplo, y en tan sólo tres años y
medio, Obama ha sextuplicado con creces el número de ataques con aviones sin
piloto (52) de los últimos cinco años de presidencia de Bush. Según algunas
fuentes independientes, la cifra de civiles muertos como consecuencias de estas
acciones supera los 1.000, incluyendo a unos 200 niños. Demasiadas ‘víctimas
colaterales’ para un buen cirujano. ¿Y total para qué? Ni siquiera se está
ganando esa guerra".
-Luís Matías López
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