“El 11 de febrero de
1854 los Estados Unidos de Norteamérica, amparados en su flota de guerra,
mandan establecer puertos para sus barcos e instalan un cónsul en Shimoda.
Seis años más tarde,
una delegación japonesa va a ratificar con los EE UU el tratado que les es
impuesto. Los embajadores están azorados ante este enérgico e impuesto Eldorado
en el que a cada paso se está a punto de perder el prestigio, asombrados por
las proporciones del paquebote Great Eastern y apabullados ante el tumulto de
los debates en el Congreso, que en su vocerío comparan a la lonja del pescado
en el gran mercado de Edo.
La presencia de sirvientes
detrás de sus sillas en el primer banquete oficial les parece tan insultante –en
la etiqueta de los samuráis, colocar un hombre en la espalda de un invitado es
una ofensa mortal- que se consultan entre sí en japonés para saber si van a buscar
sus sables al guardarropa y atravesar de una estocada a esos grandes pajarracos
de librea verde y oro”.
- Nicolás Bouvier / “Crónica
japonesa”
--------------------------------------------
No hay comentarios:
Publicar un comentario