La gente siempre
pregunta cómo seguir el Tao. Es tan fácil y natural como la garza parada en el
agua. El ave se mueve cuando debe; no se mueve cuando la quietud es lo
apropiado.
El secreto de su
serenidad es un tipo de vigilancia, un estado contemplativo. La garza no está
en mero atontamiento o dormida. Conoce una quietud lúcida. Se para inmóvil en
la corriente del agua. Imperturbable, mira fijamente y está consciente. Cuando
el Tao le trae algo que necesita, aprovecha la oportunidad sin vacilar o
deliberar. Luego vuelve a su inactividad sin perturbarse a sí misma o a sus
alrededores. De no haber encontrado la posición correcta en la corriente de
agua y permanecido paciente, no habría tenido éxito.
Cuando en la vida se
presenta una oportunidad debemos estar listos para aprovecharla sin vacilación
o inhibición. La propia posición es inútil sin conciencia. Si tenemos ambos, no
cometeremos errores.
-M.T.
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