Adiós querido amigo Bela. Fuiste un hombre de
acción, excombatiente tupamaro, exiliado de tu tierra donde habían puesto
precio a tu cabeza por el hecho de ser un sublevado
ante la injusticia y la corrupción amparadas por los asesinos Estados
Unidos. Tuviste tiempo de ver a un compañero tuyo de armas, José Mújica,
presidir ejemplarmente con el reconocimiento internacional, tu país. Un día
amaneciste con un violín en tus manos al que trataste como a una amante y él te
lo agradecía dándote su mejor sonido en respuesta a tus sentidas caricias.
Idolatraste a las mujeres y ellas en reconocimiento a la firmeza de tu pasión
te abrieron la puerta de este mundo y también fue una mujer de dulces manos la
que te abrió la puerta de la eternidad tal y como tú querías.
Nada es ya igual sabiendo que no estás entre
nosotros.
Allá donde estés ve pidiendo un Absolut con tónica
para mí. Hablaremos de las adoradas minas que tanto hemos amado hasta el improbable
juicio final, al que asistiremos ebrios y sonrientes pero bien uniformados con nuestros
trajes de hombres libres.
Gracias por tu amistad.
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