En este sitio tranquilo sigo mi naturaleza, sea
cual sea.
Entre el centenar de flores vago libremente
por el alto acantilado: mi sala de meditación
(cuando la luna emerge, mi mente queda inmóvil).
Sentado en este frío asiento, no sueño más con la
fama.
El bosque, la montaña, siguen sus antiguos
senderos,
y durante el largo día de primavera, ni siquiera la
sombra de un pájaro.
-Reizan (siglo XV)
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