Querido Cifu (porque según tú, eras Cifu para los
amigos, que éramos nosotros, los miles de adictos al jazz que te escuchábamos a
éste lado de la radio y quien lo haya oído me entenderá) quiero despedirme de
ti dándote las gracias por haber espantado tantísimas noches de mi cabeza al
fantoche de la soledad encontrando refugio en tu voz espesa y ronca al filo de
la madrugada. Otras veces has puesto la banda sonora a lujuriosas y lentas
batallas de amor libradas contra poderosas hembras que iluminaron con su
presencia gratos tramos de mi vida y mi camino.
Una noche te vi en “Clamores”, templo del jazz
madrileño, solo, cómo no, protegiendo tu timidez con el humo de un cigarrillo
en la mano adelantada y la otra sosteniendo un vaso con un poco de güisqui con
hielo muy aguado ya. Una generosa sonrisa emergió en tus ojos cuando me acerqué
a ti y te di las gracias por la excelencia de tus programas.
Dale recuerdos al dios Miles Davis, que con toda
seguridad te estará esperando en ese paraíso privado al que sólo entráis los irrepetiblemente
geniales.
-S.P.
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2 comentarios:
Silba.
A través de cercanas lejanías, el tren corre y silba.
Su colosal estructura de reflejos
atraviesa las sombraa y el rocío
hasta llegar a la curva de todos los adioses
donde las notas de la saeta de Miles Davis
le ponen rescoldos de rosas, relámpagos de luz a esta cosa hermosa, vibrante, emocionante de amor y de respeto que aquí as dejado, Jardinero de letras y de montes..
S.R:
Gracias discreto maestro. Tu luz me guía.
S.
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