Sí, lo vi personalmente. Bueno, lo vimos mi perro
Tillo y yo a la vez. Era un hermoso conejo en un solar que hace esquina en el
pueblo en el que muero. Tenía un tamaño considerable y parecía tranquilo. El
perro salió como una flecha a por él a pesar de llevar su bozal puesto, pero en
seguida le vimos el blanco pelaje de debajo de su rabito desaparecer por uno de
los accesos a la madriguera. Sin aspavientos y con una cierta superioridad.
Me hizo gracia la osadía del animal y durante un
tiempo le llevé casi todas las noches una o dos zanahorias troceadas que
desperdigaba por el lugar mientras mi perro olía una y otra vez el rastro
fresco del pequeño mamífero.
Ayer, al caer la noche, cuando dábamos el último
paseo del día, un individuo tripudo y desmañado arrojaba pedruscos hacia el
zarzal donde había visto, o creído ver, a nuestro conejito urbano. Tenía los
ojos muy abiertos por la excitación y le brillaba sudorosa la calva mientras
buscaba más munición para su repugnante cacería. Nos vio, paró y se alejó haciéndose el
distraído.
Esta mañana temprano he ido de nuevo por allí y al
acercarme, pude ver moverse los matojos en dirección al escondite del animalillo.
-S.P.
(Gracias S.R.)
-----------------------------------------------
No hay comentarios:
Publicar un comentario