“Cuando yo era un joven estudiante mi preceptor de taoismo
era un monje del Monasterio de la Nube
Blanca como él -dijo señalándome con su dedo largo, suave y
huesudo-. Al llegar en mi instrucción la
hora de hablar del arte del amor físico entre dos personas o Tantra y sus
técnicas me contó algo que después de tantos años aun brilla en mi pensamiento
porque si no es verdad es por lo menos una deliciosa teoría. Decía que la mujer
tenía un acabado superior al hombre dado lo colosal de su papel en la
procreación: Alojar dentro de sí y dar forma a la energía primaria que acaba
convirtiéndose en un ser humano.
Debido a este cometido y para poder soportarlo ella accede
con más facilidad que el hombre a esa energía invisible e
inmedible que nace en el primero de los centros de energía ubicado en la base
de la espalda y que sube bifurcada en su evolución, entrecruzándose por la columna
vertebral y dando lugar a los siete círculos energéticos llamados Chakras. A
esta energía muy refinada se le llama Kundalini en la India desde hace siglos y como
te digo, ese acceso a la luz calmada y atemporal desde el interior de su cuerpo
es un regalo del Universo a este ser tan fuerte y capaz que es la mujer. Por otra parte los hombres, en nuestro abismo
instintivo, sabemos que ella conserva ese privilegio y por eso queremos entrar
en su cuerpo, para conseguir asomarnos a ese edén energético que mora dentro de
ellas y que nos conecta con el blanco aliento primordial que vislumbramos
fugazmente en el orgasmo.
No te reprocho entonces tu pujante deseo, pero tendrás
que aprender a bregar con él, porque no mengua ni con la edad ni con la
sabiduría, pero esto no debe apartarte de ese necesario camino primario de
purificación, meditación y ayuda a los demás. Más adelante, cuando se te haya
probado suficientemente, con toda
certeza cambiarás de plano mental en el acercamiento a la esencia del Tao”.
Mientras el maestro Lü y mi humilde persona nos sentamos
a degustar un magnífico té rojo, el joven Hato corrió a su habitación a
escribir todo lo que ese día le había sido dicho.
-S.P.
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