No
le exijas a la mujer que te dé la felicidad. Es la mensajera que te anuncia al
Tao. Es, en la naturaleza, la más perfecta Forma de Tao. Ella es el dulce poder
que anima en ti el Ritmo vital. Pero, al igual que tú, no es más que un ser
humano y, recíprocamente, tú eres su impulso anunciador.
Cuando
contemplas a la Amada
reencuentras su belleza en toda la naturaleza, pues ambas bellezas son idénticas.
Y cuando esa contemplación despierta en tu alma una aspiración que no sabrías
definir, has de saber que es el deseo de ser uno con esta belleza, con su
esencia. Y esto es Tao. No ocurre algo distinto con tu compañera. Sois los guías
espirituales que, sin saberlo, os conducís mutuamente hacia Tao.
-Henri
Borel
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