Que el Rey de España se dedique a cazar animales en peligro de extinción para divertirse es deplorable. Que se paguen hasta 20.000 euros para que el Jefe de un estado sumido en una crisis económica atroz mate un elefante, es lamentable. Que los contribuyentes de un país con más de cinco millones de parados se hayan enterado del safari sólo a raíz del accidente, es penoso. Que
En sus orígenes, la monarquía era una forma de gobierno vinculada a la voluntad divina. El poder pasaba directamente las manos de Dios a las del Rey, que desde el instante mismo de su nacimiento se convertía en un ser excepcional, situado por encima de todas las leyes humanas. El intento de democratizar la institución aristocrática por excelencia, representa la cuadratura de un círculo que siempre tenderá -y eso es, ni más ni menos, lo que está pasando en España- a recuperar su forma original.
El único método de democratización viable para una monarquía es su desaparición. Y ahí reside la verdadera gravedad de esta crisis.
-Almudena Grandes en EL PAÍS
-Almudena Grandes en EL PAÍS
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