viernes, 6 de julio de 2007

PRECIOS


A veces nos escandalizamos ante las tarifas de los profesionales que nos ayudan a mantener en marcha el engranaje de nuestra vida, o los demás se espantan ante la valoración de nuestra experiencia y conocimiento cuando trabajamos. Las cosas tienen su precio.
Esta historia describe lo que le sucede a un ciudadano al que, de pronto, no le arranca el coche. Insiste e insiste sin éxito, hasta que se da cuenta de que está aparcado justo frente a un taller de reparación. Se baja y le pregunta al encargado si puede mirar lo que le pasa a su vehículo. El hombre se acerca, le pide que levante el capó y que accione el arranque. El mecánico oye aquello, lo ojea, vuelve al taller, regresa con un destornillador, se sumerge bajo el capó y, al cabo de un minuto, le dice al del coche: «¡Vuelva a intentarlo!».
Y el otro vuelve a intentarlo, y el coche arranca.
«¡Fantástico! ¡Muchísimas gracias! ¿Qué le debo?», dice el automovilista.
«Cincuenta euros», le responde el del taller.
El de la avería lo mira con cara de escándalo: «¿Cincuenta euros por apretar un tornillo?».
«No, señor», le contesta el otro, sonriendo. «No le cobro por apretar el tornillo, sino por saber qué tornillo era el que había que apretar».







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