viernes, 9 de febrero de 2007

TORPES...


¡ES QUE SOY MUY TORPE!


Cuantas veces oímos estas palabras los que nos dedicamos a la enseñanza de cualquier disciplina corporal. Hay quien viene a las clases desde el acartonamiento de la vida sedentaria, en la cual el único e ineludible ejercicio, aparte del zapping, es subir y bajar de automóviles, ascensores o escaleras mecánicas. Pensarán los que citan su torpeza con este currículum, que los demás seres humanos somos, de manera natural, prodigiosos volatineros o endiablados contorsionistas y ellas las únicas personas desheredadas de semejantes dones. Y en lugar de ser pacientes y constantes en dilatar los límites propios, se auto insultan nerviosamente con la frase aludida o se escudan en hernias, humores o taras de nativitate.

La torpeza es más rara de lo que parece. Lo que no lo es tanto es la falta de voluntad para insistir y repetir, de humildad para desnudar lo oxidado de la comunicación con nuestro cuerpo -el único bien que auténticamente poseemos- y de audacia para explorar y usar los propios recursos físicos.

De ninguna manera pretendo burlarme de un cuerpo poco ejercitado ni de sus circunstancias, pero a veces parece que se pretende estar en forma con solo pagar la matricula y la primera mensualidad de un gimnasio; o ser un abstraído y flexible yogui en veintidós clases de una hora o, por qué no, intocables y clarividentes maestros Zen comprando, que no leyendo, un par de libros de ocasión sobre el tema.

Se puede decir, y con razón, que el simple hecho de querer aprender ya es elogiable y que elegir responde a una introspección previa que aporta conocimiento de sí mismo. Indiscutiblemente. Pero olvidemos el ego en casa y comencemos el viaje del aprendizaje sin maltratarnos de palabra y sin juegos de escondite. Repetir y practicar. Ese es todo el secreto. Si esperas un milagro no vayas a buscarlo. Entrena y que te sorprenda practicando.

El punto final lo pone el inmortal Pío Baroja: " Una buena idea de sí mismo es la base de muchas superioridades del mundo: de las sociales, de las artísticas y de las literarias. Lo primero que hay que tener es confianza en uno y en sus condiciones, tanto en las verdaderas como en las falsas. Valen tanto las unas como las otras".


Salvador Palomo -2001





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2 comentarios:

Runas dijo...

muchas veces nos ponen las etiquetas desde pequeñitos, y cuando crecemos, nos escudamos en ellas para hacer algo que nos parece dificil

El jardinero dijo...

Yo diría: "...y cuando crecemos, nos escudamos en ellas para NO hacer algo que nos parece dificil".