Prácticamente reducida
a la gestión de asuntos públicos con vistas al beneficio privado, según la
clarividente definición de Ambrose Bierce, la política incorpora la mentira a
su ADN, y esto, que ya era así en la Grecia clásica, lo sigue siendo en las
dictaduras y en las democracias actuales. Mentir es negar la evidencia, pero
también generar dudas de manera artificial o construir conspiraciones como
maniobras de distracción aprovechando la desconfianza que previamente se ha
cultivado a manguerazos.
-J.C. Escudier en
PÚBLICO
(En la imagen un
estafador facha y pijo, que aspira a vivir de su mentira política)
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