“En
Smithfield también se encuentra el mercado de la carne de Londres (en la
imagen). Cruzamos la gran nave victoriana, de hierros forjados y pintados de
varios colores, con un gran reloj cenital, entre vahos de buey y ovejas
Suffolk, mientras las camionetas mueven por los pasillos los sacos llenos de
filetes, averiguamos que, a principios del siglo XIX, allí no solo se vendían
las reses despiezadas, sino también las mujeres repudiadas. Como el coste de
divorciarse era prohibitivo, los maridos londinenses llevaban al mercado a sus
esposas para deshacerse de ellas, bajo cuerda, por una cantidad negociable.
Aquello sí que era un mercado de la carne en toda la extensión de la palabra”.
- Eduardo Moga / “Corónicas de Ingalaterra”
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