El maestro ideal de la meditación fue el Buda, del
que se dice que había desarrollado el poder de conocer la mente y el corazón de
los demás. El Visuddhimagga aconseja que el aspirante a meditador elija a su maestro
según el nivel que haya alcanzado en la meditación, y quien tenga una
experiencia más lograda será el más indicado. El apoyo y el consejo del maestro
son esenciales para que el iniciado en la meditación se abra camino a través de
un terreno mental poco familiar. El alumno se “refugia” en su maestro, se
compromete a someterse a él. El maestro indica la dirección, pero el estudiante
ha de caminar por sí solo. Unos versos del Zenrin japonés nos dan la esencia del
papel que tiene el maestro:
“Si deseas conocer el camino hacia la cumbre de la montaña,
debes preguntarle al hombre que sube y baja por él”
-Daniel Goleman
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