La
pasión de Tolstoi por su mujer, basada en la apetencia carnal, como todas las pasiones
eróticas, le conducía al abismo y desde el abismo clamaba su alma en la “Sonata
a Kreutzer”. Lo que más nos aterra en ese libro es que no hay salida al
problema de la carne y que nadie quiere pensar en la tragedia que la falta de salida
supone para todos. Cada cual se arroja al piélago agitado y sale como puede.
-Ramón J. Sender
(Dibujo de Hendschel)
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