“El viejo brujo explica a su aprendiz los cuatro
enemigos naturales a los que debe enfrentarse para convertirse en un hombre de
conocimiento. El primero es el miedo, porque “el conocimiento no es nunca lo
que uno se espera y cada paso del aprendizaje es un atolladero”. Vencido el
miedo, el hombre adquiere una claridad de mente tal que esa sensación de poder “puede
cegarle”. De manera que el segundo enemigo es la claridad. Una vez dominada esta,
el hombre adquiere verdadero poder. Pero si no lo sabe controlar, ese tercer poder
es el más feroz de los adversarios, capaz de convertirlo en un ser cruel y
caprichoso: “Un hombre vencido por el poder muere realmente sin saber cómo
manejarlo. El poder es sólo una carga sobre su destino”.
Pero si el hombre persevera, si el hombre insiste en pos
del conocimiento, llegará a saber cómo y cuándo usar su poder. Y entonces
tropezará con su último enemigo: la vejez. “Este es el tiempo en que un hombre ya
no tiene miedos, ya no tiene claridad impaciente; un tiempo en que todo su
poder está bajo control, pero con ello llega también el tiempo en el que siente
un deseo constante de descansar. Si ser rinde por completo a su deseo de
acostarse y olvidar, si se arrulla en la fatiga, habrá perdido su último asalto
y su enemigo lo reducirá a ser una criatura débil y vieja. Pero si el hombre se
sacude el cansancio y vive su destino hasta el final, puede entonces ser llamado
hombre de conocimiento, aunque sea tan sólo por esos momentitos en que logra ahuyentar
al último enemigo, al enemigo invencible. Y en esos momentos de claridad, poder
y conocimiento son suficientes”.
-J. Castaneda
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