En aquella estancia de la cueva, ante un amontonamiento
de brasas que llevaba años alimentado por sus moradores, un hombre, en los ciegos
albores de la especie, frota abstraído las resecas palmas de sus manos junto a los
oídos. Oyendo esa música áspera encuentra el placer de la armonía y rompe la oscuridad
mineral habitada por malolientes fantasmas que lo rodea.
-S.P.
---------------------------------------
3 comentarios:
S.P. Sin palabras. Muy hermoso. Besos.
Justo venia a decir lo mismo. Y lo digo.
...hermoso, muy hermoso...
S.Ramos.
Gracias a ambos. Si reconocéis lo hermoso es porque la hermosura tiene una morada en vuestra alma.
Que Dios os bendiga.
Publicar un comentario