Los sentimientos amorosos de la persona sádica
aparecen sólo cuando la relación amenaza disolverse, pues la personalidad
sádica “ama” de una manera completamente manifiesta a aquellos sobre los cuales
experimenta su poder. Ya se trate de su mujer, de su hijo, de su ayudante, del
camarero o del mendigo de la calle, siempre hay un sentimiento de “amor” y
hasta de gratitud hacia esos objetos de dominación. Puede creer que desea
dominar sus vidas porque los quiere tanto. Y de hecho los “quiere” porque los domina. Los soborna con regalos
materiales, con alabanzas, con seguridades de amor, con exhibiciones de ingenio
y agudeza o con muestras de interés. Les puede dar todo, todo excepto una sola cosa:
el derecho de ser libres e independientes. Esta constelación puede observarse a
menudo, especialmente en las relaciones de los padres con sus hijos. En esos
casos la actitud de dominación –y de propiedad- se oculta con frecuencia detrás
de lo que parecería una preocupación “natural” con respecto a los hijos, o un
lógico sentimiento de protección hacia ellos. El niño es colocado así en una
jaula de oro; puede tenerlo todo siempre que no quiera dejar su áurea prisión. A
menudo la consecuencia de todo esto es el profundo miedo al amor que
experimenta el hijo cuando llega a la edad adulta, miedo debido a que el “amor”,
para él, implica dejarse atrapar y ver ahogada su propia ansia de libertad.
-Erich Fromm / “El miedo a la libertad”
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