lunes, 23 de febrero de 2015

TREMENDO


Los sentimientos amorosos de la persona sádica aparecen sólo cuando la relación amenaza disolverse, pues la personalidad sádica “ama” de una manera completamente manifiesta a aquellos sobre los cuales experimenta su poder. Ya se trate de su mujer, de su hijo, de su ayudante, del camarero o del mendigo de la calle, siempre hay un sentimiento de “amor” y hasta de gratitud hacia esos objetos de dominación. Puede creer que desea dominar sus vidas porque los quiere tanto. Y de hecho los “quiere” porque los domina. Los soborna con regalos materiales, con alabanzas, con seguridades de amor, con exhibiciones de ingenio y agudeza o con muestras de interés. Les puede dar todo, todo excepto una sola cosa: el derecho de ser libres e independientes. Esta constelación puede observarse a menudo, especialmente en las relaciones de los padres con sus hijos. En esos casos la actitud de dominación –y de propiedad- se oculta con frecuencia detrás de lo que parecería una preocupación “natural” con respecto a los hijos, o un lógico sentimiento de protección hacia ellos. El niño es colocado así en una jaula de oro; puede tenerlo todo siempre que no quiera dejar su áurea prisión. A menudo la consecuencia de todo esto es el profundo miedo al amor que experimenta el hijo cuando llega a la edad adulta, miedo debido a que el “amor”, para él, implica dejarse atrapar y ver ahogada su propia ansia de libertad.




-Erich Fromm / “El miedo a la libertad”  








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