lunes, 7 de febrero de 2011

TORMENTA DE PÉTALOS


Wang Yang es seria, altiva, sencilla e indómita como una gata montés; su nombre suena a monólogo de látigo o al silbante y disuasorio tajo de una espada Jian de doble filo.
Cuando la conocí su pelo negro y algo rizado caía a borbotones sobre unos hombros aparentemente frágiles. Piernas largas, pequeños pies y tobillos blanquísimos (es lo único que el traje holgado de entrenamiento dejaba a la vista) y manos muy delicadas en constante rotación o estiramiento. Los labios carnosos y los dientes bonitos y uniformes daban marfil y sensualidad a su sonrisa, un punto escasa y desconfiada. Los pómulos altos, los ojos grandes, vivarachos, en los que un alma curiosa e inquieta flamea están guardados bajo unas cejas anchas e intactas.
Estoy practicando con el grupo de su padre Wang Bo y por encima de la voz del provecto Guía se oyen en el pabellón deportivo las indicaciones dadas en voz alta por la joven asiática en su popurrí de chino y francés. La miro subrepticiamente derecha y compacta como una varilla de acero corregir a unos, repetir los movimientos con otros o mostrar la aplicación con gracia y elasticidad a los más avanzados.
No me defraudó como persona ni como profesional del Taiji. En un incontenible rapto poético le puse el sobrenombre que da título a esta entrada. Espero que no se note demasiado en este retrato que me enamoró completamente.



-S.P.


(Este texto mío lo he extraído de uno de los primeros post de este blog y lo he retocado un poco con objeto de colocar en la Red la foto que le hizo en su momento Pedro Estevez a esta magnífica artista marcial)

----------------------------------

2 comentarios:

Anónimo dijo...

pues...qué envidia, quien fuera Tormenta de Pétalos!!!

Amán♥

El jardinero dijo...

Qué linda es usted y qué generosa.

Gracias Lady Amán.