lunes, 21 de febrero de 2011

LECTURAS


"Es curioso, los psicóticos vienen de la muerte, del reino de lo siniestro, y sin embargo son dulces, silenciosos, infinitamente educados. Son como la criatura de Frankenstein. Fijaros en sus gestos, en su increíble delicadeza. La visión de una cama les conmoverá hasta la muerte, porque ellos no pueden dormir. Una simple cuchara abandonada sobre el mantel les hará llorar, pues no tienen dedos para cogerla. Miran las cosas con los ojos terribles del que sabe que jamás serán suyas. Añoran un mundo quieto, tranquilo, donde yacer domesticados. Podrían comer de nuestras manos, podrían ser nuestros criados. Si les mandáramos hacer cosas, las harían llorando. Les gustaría no tener que esconderse. Su cuerpo no es el cuerpo de la pureza, sino el cuerpo nacido de la cuba de los despedazamientos. Cuentan, a través de su sufrimiento, la historia de nuestro corazón".



-Gustavo Martín Garzo



(Dedicado a la señora Lola por el jardinero)

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5 comentarios:

Anónimo dijo...

La fiebre genera pesadillas. El calor te puede perturbar el cerebro.
Si te mantienes frio y distante, esto es, educado, la geografia del
silencio ausente, esto es, de los modales desapoderados, puede sustituir
perfectamente al mundo de fuera con todo lo que lleva dentro, incluidas esas repisas
con elefantitos de cristal macizo.
Sigmund de Alcalá

Jazmín dijo...

Martín Garzo sabe de lo que habla. Le dire que la recuerda. Gracias, jardinero.

El jardinero dijo...

Gracias por nada Jazmín. Un gran beso para ella (y otro para ti).

Anónimo dijo...

Una puntualización y dos posibles concordancias
Mi nota de ayer atendía exclusivamente a la selección que nos proponía
como lectura el jardinero de este blog: un pedazo de ensayo con el alto
poderio poetico y expresivo de M.G.
Mas cerca que lejos de mi no saber, encuentro curiosos ciertos elementos
concordantes con el sí saber de M.G.; a saber:
Uno. Las repisas cargadas de elefantitos de cristal se me aparecen como exponentes de esa
posesión visual de las cosas, altarizadas y alterizadas sobre los estantes
como cristalizaciones obsesivas.
Y dos. Los modales frios, distantes, educados, se me apaercen como prueba de que en una
misma cabeza pueden convivir un lenguaje corporal repulidamente ausente, incluso dulce,
junto con una realidad de aristas inflamadas.
Por favor, léase solo en el contexto citado.
Mis saludos cordiales y mi respeto para los otros participantes y para el Jardinero.

El jardinero dijo...

Óle...!