domingo, 1 de agosto de 2010

AY, AY, AY...


La parte más dura de mi trabajo como profesor de gimnasia es el desagradable desajuste mental que supone una alumna, siento decir esto, normalmente con las gracias muy ocultas, que se encapricha y se obsesiona con enamorarlo a uno a la fuerza. Cuando empiezan a ir a las clases como a un pase de modelos y sin ninguna naturalidad, empiezan mis recelos. Sigo recelando cuando se quedan al final de clase para preguntas tontas y un buen día, con mirada de Harpo Marx, croan una invitación extemporánea, o una confesión entre gemidos de lo autentico de su intención y lo puro de su amor. Si uno les presta oídos malo porque se hacen ilusiones y si dice no, malo también porque no sabes por donde va a salir su furia de hembra indignada. Y todo esto sin uno querer comerlo ni beberlo.
Es lamentable que su razonamiento no dé para pensar que es mejor abandonar esa irritante actitud y disfrutar de un profesor que quizá pueda llegar a ser amigo, que irse despechada tras varios malos ratos y sin nada.


Despecho.- Malquerencia nacida en el ánimo por desengaños sufridos en la consecución de los deseos o en los empeños de la vanidad.
(Diccionario de la R.A.E.)


-S.P.


-El de la foto soy yo cuando huelo a fabada de amor

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7 comentarios:

Jazmín dijo...

¡Cuan enfadado y hastiado se le ve en la foto, jardinero!
¿Guapa e inteligente, lo haría más llevadero? Recuerde que usted practica y enseña el respeto y cariño a las formas, es el profesor, y camina siempre un paso por delante.

Gracias por hacerme reir con sus veraniegas flores.

El jardinero dijo...

Pues sinceramente sí, pero las guapas e inteligentes suelen venderse a otro nivel.

Precisamente por que trato de enseñar el respeto y el cariño a las formas -según sus palabras- siento doblemente el fracaso por la ineficacia de mi papel como enseñante y por no inspirar el suficiente respeto como ser humano que no desea tampoco que le acosen ¿o es que por hacerlo una mujer ya se escapa de lo reprobable?.

Amapola Roja dijo...

Querido jardinero! Las personas que causan admiración suelen despertar el amor en las admiradoras. Es malo que este amor no sea correspondido pero peor aún es la falta de sinceridad.
Jardinero, por lo que te conozco, seguro que estás haciendo lo correcto.
Un abrazo

PD. Ya estoy mejor de salud.

Bettyna dijo...

Esto es sólo mi forma de verlo, pero a ver qué te parece:

Es tristemente obvio que no siempre somos conscientes de que tal vez, manifestamos una actitud irritante o ridícula a los ojos de otro que no está dominado por las motivaciones, deseos o designios de nuestro inconsciente.

Es una pena desde luego, no poder controlar o modificar a voluntad nuestro pensamiento, y aún a veces nuestro comportamiento, influenciados por ese tonto y dominante torbellino interno.

Creo que tener la “lucidez” de marcharse, aunque sea de forma despechada, es, al menos, una forma de ahorrar sufrimiento a ambos. Puede que el tiempo coloque de nuevos las cosas en su lugar. O no.

El jardinero dijo...

Muchísimas gracias por vuestros comentarios. Creo que a Amapola le hace falta el abono de unas vacaciones de verdad. Ha sido un añito tremendo y el cuerpo lo registra.

"Torbellino interno" ¡bien nombrado el enemigo! Recuerdo a una profesora de ballet, gorda y de madura casi podrida, que por muchísimo menos me propinó un tajo que me dejo mirando a la luna. Sin averiguaciones, ni comprensión ¡Zas! y a otra cosa.

Amapola dijo...

Si jardinero, tienes razón.

Jazmín dijo...

Corregir. El descubrimiento de ese sutil y pequeño giro es el que crea la diferencia entre él y el alumno. Entendió mi sutileza y eso lo alejo de esa profesora de ballet que, fíjese si era mala, estaba gorda solo de teoría.

¡Feliz verano!