sábado, 22 de diciembre de 2007

NOTICIAS, NOTICIAS...


Ya no es necesario juntar montones de libros en las plazas públicas y quemarlos ante un representante de la Santa Inquisición; ahora basta con inundar las calles y las estaciones de metro con litros de tinta para desinformar, o bien con noticias y desmentidos en los informativos de los televisores como si fueran soldados enemigos dentro de caballos de Troya. Ellos nos dirán lo que es cierto y si alguna voz tiene otro punto de vista o pruebas de que no es así, se
perderá entre anuncios de tonterías, y si hay alguien que escriba las verdades más simples, sus letras serán recicladas por los periódicos de gran tirada para que parezca que se ha dicho cualquier otra cosa. La alienación de la vida moderna sumada a la concentración de medios de comunicación en unas pocas manos privadas han llevado a que cada vez que un ciudadano intenta informarse revive la situación de Hipólito Irigoyen (en la foto), ex presidente argentino en los años veinte, de quien se dice que ya en su último mandato y muy entrado en años, sus colaboradores le preparaban periódicos con hechos ficticios que lo alejaban cada vez más de su comprensión de la realidad.



Federico Paz





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