sábado, 20 de enero de 2007

PALABRAS DE CAMBIO




Encuentro con mucha más frecuencia de la deseada que la gran mayoría de las personas que me premian con su confianza para iniciarlas en el descubrimiento de su propio Tai chi no conocen otra forma de respirar que la superficial o torácica, padeciendo las consecuencias correspondientes.
Con todo el afecto les guío en la reorientación del aire hacia la parte baja de sus pulmones pero sé que, salvo muy escasos iniciados, nadie le dará a esta discreta sugerencia la importancia que realmente tiene.
Recuerdo, hace casi veinte años, una conversación con mi Maestro, el respetable profesor japonés Yosuke Yamashita, 8º Dan del estilo Goju Ryu con más de medio siglo de práctica continua de Kárate a las espaldas (arriba en la foto). Tuvo lugar en plena calle Echegaray de Madrid, muy cerca de la Puerta del Sol, donde tiene su dojo o sala de entrenamientos.
Era una tarde de la inestable primavera madrileña en que la contaminación se deja vencer por la fresca brisa que baja de la sierra del Guadarrama, se ennoblece recorriendo los jardines del Campo del Moro del Palacio Real y se reparte luego por el centro de la bullente urbe.
Subido en la pequeña acera de la citada calle, Yamashita se dejaba preguntar por aquel joven Cinturón Negro impaciente y fogoso, sobre la importancia de la respiración en el Kárate. Según se me alcanzaba entonces, en cualquier arte de combate lo único esencial era la técnica y la velocidad.
Me miró calmadamente, con aquellos impenetrables ojos de iris obscuros y corneas blancas como el jade, y me dijo en su sempiterno medio español:

"Respiración... importante, no solo para Karate. Si cambia forma de respirar, cambia manera de pensar y también forma de ser". Y remató tajante con un gesto sesgado de su mano abierta diciendo: "Seguro".

Cumpliendo con mi obligación de alumno occidental, puse cara de acabar de oír misa mientras, para mis adentros, pensaba que no sería para tanto. Aquello no lo había leído yo ni en periódicos ni en libros -subrayo que hace más de veinte años-, ni tan siquiera en la revista "Muy interesante", que ya era decir.
Con esta nueva meta continuaron los entrenamientos. Pasaron los meses y los años, se cerraron unos ciclos y se abrieron otros. Hasta que un día, encontré la perspectiva suficiente para apreciar los resultados de la disciplina de la regulación respiratoria. Tomé conciencia de que se habían caído de mi vida las malditas muletas del tabaco y el alcohol. Ni vinito con la comida, ni cervecitas con los amigos, ni el cigarrito de "después de". Nada. No por ponerlas en diminutivo son menos dañinas o alienantes estas drogas.
¿Hasta que punto es consecuencia esto del cambio de forma de respirar? No lo sé ahora y nunca lo sabré. Pero una cosa está clara: no me conformé con los ejercicios de respiración de clase, es decir una sesión de diez minutos dos días a la semana. He sido plenamente consciente de que quería modificar mi ciclo respiratorio y aproveché el tiempo realizando respiraciones completas en cualquier circunstancia: en las salas de espera, tomando el sol en la playa, o conduciendo. Así, de paso que combato al estrés y mejoro mis digestiones, obtengo la claridad mental suficiente para dar constantemente gracias a la vida.
Tan simple como tomar aire. Y perseverar.

Salvador Palomo - agosto de 2001.





----------------------------------

1 comentario:

Anónimo dijo...

hola, he encontrado tu blog por casualidad y tengo que decir que me parece interesante. hay algunas "perlas" que ya conocia otras nuevas que hacen mover la maquinaria de la consciencia, resumiendo mucho mi opinión

tambien me ha llamado la atencion la casualidad? (no creo pues somos muchos ya) de que seas-fueras alumno de Sihan Yamasita, una persona que me ha dejado una profunda huella -huella viva aún- pues soy alumno suyo aunque en una "cuneta temporal" que espero no dure demasiado ya.

un saludo