domingo, 28 de enero de 2007


CLASE AL AIRE LIBRE


Una mañana de invierno, practicando con el doctor Kim en los montes de El Pardo cerca de Madrid, andábamos a vueltas con las posibilidades creativas de un movimiento de Tai Chi llamado: "Las manos se mueven como nubes". Ante mis muestras de desagrado por tanta repetición y su resistencia a enseñarme ejercicios nuevos dijo el señor Kim:

- "No debes tener prisa en tu aprendizaje. Te aseguro - aunque todavía no lo puedas ver - que lo importante de verdad es el camino. En él están las sorpresas, las pruebas, lo diverso...".

Mientras decía esto, sus manos describían magnéticos arabescos girando increíblemente alrededor de sus bien lubricadas muñecas, dándole una dimensión totalmente diferente al movimiento que yo creía haber desarrollado hasta su límite.

- "Cualquier forma de las más remotas escuelas que quieras aprender tiene un principio y por consiguiente un final - continuó -. No creas que el conocimiento masivo de estilos y movimientos te llevará antes a cambios significativos en tu evolución interna. Enfréntate al adusto roce de la monotonía de los entrenamientos con la voluntad de extraer experiencia. Pero, ojo, sin plazos. No olvides que las inseparables compañeras del verdadero buscador son la humildad y la paciencia."

Dos bocadillos de pan integral con miel y un termo lleno de una mezcla de Gingseng con otras aromáticas hierbas coreanas muy calientes, esperaba en la mochila para reanimarnos. Recuerdo, mientras dábamos cuenta de todo ello, el vapor de nuestro aliento mezclándose con el de la infusión. Me sentía lleno de agradecimiento hacia aquel ser humano que confiaba en mí y desmenuzaba sus conocimientos para hacérmelos entender. Le confesé, desnudando mi alma:

- "Señor Kim, nunca me separaré de usted. Quiero seguirle a todas partes y estar aprendiendo siempre de sus enseñanzas. Usted será mi maestro."

Me miró divertido por encima de sus pequeñas gafas redondas empañadas por el vaho y subiéndose el cuello del chaquetón alrededor de su inseparable bufanda, dijo sonriendo:

-“¿Seguirme a todas partes? ¿A mi?!Y con el cargo de maestro además... ¡Voy a explicarte como se entiende en Oriente esa relación tan especial. Al principio el alumno vuelca todas sus dudas en esa persona y acepta ciegamente sus opiniones. Años más tarde comienza a cuestionar - con todo el derecho - lo que va oyendo a su guía; en ese momento debe empezar a hacer mentalmente las maletas.
Con la elegancia y el natural acuerdo del árbol y su fruto maduro que llegado el momento se desprende solo, así debe consumarse la separación. Esta no tiene por que ser definitiva. Después de todo el maestro siempre irá por delante por sus años y su experiencia: "Ve más un anciano tendido que un joven de pie", dice el refrán.
De una manera similar, también a la propia familia debes saber identificar el momento de dejarla, para seguir formándote tú o fundar tu propia dinastía.
En cualquier caso, la pérdida o alejamiento del maestro es una orfandad muy dolorosa pero, al fin y al cabo, él también es un ser humano con un destino a cumplir y llegado el caso, la resistencia del alumno a la desvinculación le aporta un peso añadido que no beneficia a nadie.
"Recompensa mal a su maestro aquel que se empeña en seguir siendo siempre su discípulo". Así dijo Friederich Nietzsche, un gran maestro de la cultura a la que tú perteneces. Procura no olvidarlo.


Salvador Palomo - 2002

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Por fin puedo hacer un comentario. Si hay algo que me está enseñando la practica del Tai chi es a tener paciencia, no solo en esto si no en el día a día, me tomo las cosas con mas calma y la prisa parece esfumarse. Ahora cada vez más voy disfrutando de cada uno de los movimientos y de la serenidad que me dá el hacerlo.

Anónimo dijo...

¡Qué bonito! Ese debe ser el proceso en cualquier aprendizaje... y también en el psicoanálisis.